Viajo
a Barcelona el 4 de junio. Recibí la cuarta dosis de Velcade el 2 de junio y con
ella terminé el segundo ciclo con este medicamento, y el tercero en total. Le
temo al viaje a causa de los dolores que tengo, especialmente cuando estoy
sentada. Compramos el billete de avión con escala
en Zúrich. Hay solo 45 minutos entre ambos vuelos, y si el primero avión se retrasa un poco tendríamos que esperar el vuelo
siguiente. También hay que cruzar una distancia larga hasta la puerta de
embarque, así que tenía miedo de no lograr hacer el trasbordo por caminar
lento. Maja pidió y consiguió ayuda de Lufthansa en el aeropuerto de Zúrich. Después
de todas las complicaciones del viaje, llegué al piso y me acosté. Lo había
aguantado y estaba feliz de que todo había terminado.
Tengo
una semana antes de ir al Hospital de Sant Pau. Es el centro para el
diagnóstico rápido al que pertenezco según el lugar de residencia. Este
hospital se funda en el año 1401,al unirse varios hospitales pequeños de
Barcelona. El edificio nuevo, construido en estilo modernista catalán, se abrió
en 1930. Hoy es patrimonio protegido de la UNESCO por su extraordinaria belleza
artística. Desde el año 2009 el hospital tiene un nuevo edificio completamente
adaptado al sistema sanitario moderno, y el edificio antiguo es una atracción
turística y cultural.
Me
siento agotada, me duelen los senos paranasales, he cogido alguna infección en
los aeropuertos, pero dentro de una semana, para cuando tengo prevista la
revisión, me habré recuperado. Pensando de manera racional, yo sé que es bueno
que haya venido aquí a curarme, pero mi vida está en Belgrado y ahora me siento
como en el exilio. Pienso en cuando pasaba lo contrario, cuando vivía
principalmente en España.
*
La organización de la
participación de Yugoslavia en la Exposición Universal de Sevilla
1992 fue un trabajo grande e importante que yo gestioné en el año 1991, cuando trabajaba
en el Ministerio de Comercio de la SFRJ. Ya a finales de 1990 empecé a ir a
Sevilla para firmar los contratos con el Comisario de la Expo'92 sobre la
construcción del pabellón y la organización de la exposición. Debido a
determinadas circunstancias seguí haciendo ese trabajo después también, porque
la Cámara de Comercio de Yugoslavia no asumió sus responsabilidades según lo
acordado. El gobierno federal me nombra directora del Pabellón de Yugoslavia en
la Expo'92. En vez de continuar con las visitas ocasionales, empiezo a trabajar
en Sevilla el 30 de marzo de 1992 como directora del pabellón. Se abre el 20 de
abril y se cierra el 12 de octubre. El director tiene obligaciones durante y
después de las exposiciones, hasta que el pabellón se derriba y el terreno en
el que se ha construido se restaura al estado original. Mile y yo nos pusimos
de acuerdo para que Maja terminara antes el sexto curso del colegio y que el 10
de abril viniera a Sevilla. Así nosotras dos estuvimos juntas. Él siguió
trabajando en el Gobierno de Serbia, trabajo que no tenía intención de dejar.
El plan básico de actividades en la exposición y en el pabellón
fue aprobado por el Consejo del Programa y el Consejo de las Artes de la
exposición. Había que hacer un trabajo enorme en poco tiempo. Las obras para la
construcción del pabellón estaban casi terminadas y el contenido artístico ya
estaba preparado. El Presidente del Consejo del Programa de la exposición es el
profesor Dr. Sveta Stojanović; y del Consejo de las Artes, el teatrólogo Jovan
Ćirilov. En Sevilla me ayudaron Josefina, Filip y Srđa; y en Belgrado, Ana
Brujić. Mi ayudante Ana, junto con mucha más gente, preparó los recuerdos y la
comida para la venta en el pabellón y en el restaurante nacional. A principios
de abril llegaron quince personas de Belgrado que se iban a ocupar de
diferentes actividades cuando se abriera el pabellón. Debido a la índole del
trabajo, la mayoría eran jóvenes que hablaban inglés. Éramos un buen equipo que
sobrellevó sin mayor problema el estar lejos del hogar, las noticias de la
guerra en nuestro país y el trabajo, que duraba todo el día.
Cuando comenzó la guerra y la disolución del país yo
estaba en Sevilla. Después de cumplir con las obligaciones que tenía como
directora, a finales del año 1993, conseguí un trabajo en una empresa española
de comercio exterior. Después solicité y recibí el permiso de residencia en
España para Maja y para mí. Un año después fundé mi propia empresa. Maja siguió
con su educación en el colegio y luego en un instituto en Sevilla. Mile tenía
los documentos españoles y venía de vez en cuando a visitarnos, pero obtuvo el
derecho a la pensión en Serbia. Durante la exposición hablábamos inglés y un
poco de español. Maja hizo primero cursos de español y luego siguió estudiando
en el sistema educativo español. Después yo también aprendí español para poder
comunicarme con la gente.
Sevilla es la capital de Andalucía, la comunidad autónoma
más grande y meridional de España. La ciudad y el puerto están a ochenta
kilómetros del océano Atlántico porque el río Guadalquivir es navegable hasta
Sevilla. Muchos turistas visitan el casco antiguo y otros monumentos históricos
y los parques, las plazas de toros, las procesiones religiosas y otros eventos.
Los veranos son muy calurosos. En invierno la temperatura varía: durante la
noche hace mucho frío y durante el día, mucho calor. Para nosotros, que venimos
de los Balcanes, es difícil acostumbrarse a este tiempo. Las tradiciones
familiares y la hospitalidad de los sevillanos ayudan a que todos los problemas
se sobrelleven más fácilmente.
Maja se adaptó bien a la escuela e hizo muchos amigos.
Mantuvo los hábitos de trabajo de Belgrado y era buena alumna. En esa época la
Unión Europea tenía un programa de intercambio de diez días de estudiantes de
diferentes países para que se conocieran mejor. Así,ella
fue la invitada de familias de Italia, Inglaterra y Francia y de esos países
vinieron estudiantes que nosotras acogimos. Yo también aprendí mucho sobre la
forma de la vida y las costumbres de esos países gracias a esos intercambios.
El
primer examen médico está programado para el 13 de junio en la consulta módulo
siete del hospital de día del Hospital de Sant Pau. Todo el hospital es de
mármol y está muy limpio. Los pasillos no estaban abarrotados, probablemente
porque todos iban con cita previa. Nos recibió una doctora joven y simpática,
Ana. Me habla directamente, pregunta cómo estoy y mira los informes de alta
médica del hospital de Belgrado. Dice que primero van a verificar el
diagnostico establecido con unos análisis de sangre y orina, y que después van
a proponer un tratamiento. Concierta la cita para la extracción de sangre y la
entrega de orina. Empieza el procedimiento estándar de la recolección de orina
para el análisis, luego vuelven los problemas para encontrar una vena para
extraer la sangre, etc.
Después
de esperar los resultadoscinco días, el 20 de junio, en la consulta de la
doctora Ana, nos enteramos de que el diagnóstico de Belgrado está confirmado y
que el tratamiento, el cuarto ciclo de quimioterapia, está programado para el
23 de junio. El consejo de médicos ha aprobado el tratamiento y la doctora lo
explica con detalle. Ella seguirá el tratamiento. Han previsto tres ciclos de
quimioterapia de doce días cada uno. La pausa entre ciclos es de nueve días y en
total son veintiún días. El tratamiento consiste en una dosis de
ciclofosfamida, aquí conocido como Endoxan, por vía intravenosa, y cuatro
inyecciones de Velcade por vía subcutánea el primer, cuarto, octavo y undécimo
día. Con cada Velcade se toma dexametasona de 0,40 mg dos días en casa. Los doctores
del hospital prescriben recetas y los medicamentos se recogen en la farmacia.
No hace falta tener contactos con los Centros de Salud. Los servicios de
urgencia también están dentro del hospital, todos los días laborables desde las
ocho hasta las doce. Ahora estoy informada y sé qué pasará.
Maja
recogió en la farmacia la dexametasona de 0,40 mg para ocho días de tratamiento
y Kytril, un medicamento para las náuseas que tiene que ser aprobado por una
inspección especial porque es muy caro. Lo tomo dos o tres días durante cada
ciclo. Es suficiente para mí, para no tener algunos problemas específicos, como
vómitos y diarrea. Más bien tengo problemas de estreñimiento y por eso evito
los medicamentos para las náuseas. Además, cada mañana tomo un medicamento para
la protección del estómago. Seguí tomando Aciclovir, el medicamento antiviral
que tomé en Belgrado también.
Inmediatamente
se programan los tres ciclos, los análisis de sangre y orina y las consultas
con el médico. En el mostrador de recepción tienen acceso a la información todos
los que estén autorizados para acceder a ella. Puede haber pequeños cambios
durante el tratamiento si así lo decide el doctor a raíz de los resultados de
losanálisis de sangre y orina, o si el paciente lo pide por razones privadas.
Maja, acostumbrada a los complicados trámites entre el hospital y el centro de
salud para obtener los medicamentos en Belgrado, pregunta, incrédula, una vez
más a la doctora, si va directamente a la farmacia.
No
sé qué fuerzas y conexiones me trajeron a España. Maja se interesó por la astrología
durante un tiempo, así que un día leyó lo que decían las estrellas para mí.
Leyó que yo había estado en mi vida pasada en los Pirineos, es decir, en la
Península Ibérica o en el norte de África. Puede que esta sea la conexión que
me salvó en los años más duros de la guerra y me llevó fuera de los Balcanes.
Aún así, parte de mi vida se había quedado en Belgrado, aunque trabajara en
España y Maja fuera allí a la escuela. Barcelona es una ciudad bonita,
mediterránea, pero yo quería volver a Belgrado y hacer algo que fuera para mí
un nuevo desafío intelectual.
Ya
desde hace mucho tiempo he dejado la organización de la vida en Barcelona a
Maja. La razón por la que abandonamos Sevilla fue la educación de Maja: como
ella quería estudiar escenografía, solo lo podía hacer en Madrid o Barcelona.
Además de las pruebas de acceso a la universidad en ambas ciudades, en Madrid
la edad mínima de admisión era de veintiún años, y no los dieciocho años que
Maja tenía. Después de aprobar la prueba de admisión, nos mudamos a Barcelona
en 1997. Era mayor de edad y podía asumir algunos de mis negocios.
Ese
año yo empecé a dar clase en Priština y cada vez me quedaba menos en España. Y
ahora, de nuevo, mi vida está en Barcelona, me estoy curando. Escucho la lengua
catalana, que entiendo un poco, pero nunca la he estudiado o hablado. No tengo
problemas para comunicarme porque si hablas castellano la conversación empieza
en esta lengua.
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