Igual
que otras veces, me voy al Centro Clínico a las siete de la mañana. Esta vez
con Cica, porque Maja está en Banja Luka. Termino los procedimientos de
admisión y me voy al Instituto de Hematología. Cica y yo nos sorprendimos
cuando nos dijeron que podía ir enseguida a la habitación. Y en la habitación
había solo un compañero en la cama al lado de la ventana. A mí me dan la cama
al lado de la puerta. Otras habitaciones están vacías. Al verlo todo así de
vacío, pregunto a las enfermeras si se habían quedado sin enfermedades o sin
enfermos. Se ríen y me dicen que parece que la Seguridad Social se ha quedado
sin dinero.
Ahora
paso al tratamiento según el protocolo PAD. Eso significa que me quedaré en el
hospital cuatro días para recibir cuatro dosis de adriblastina y dexametasona,
y una de Velcade. Durante este tratamiento me doy cuenta de que el nuevo
protocolo es muy difícil, tan difícil que a ratos pienso que no lo voy a soportar.
La decisión de irme a Barcelona me ayudó a aguantar esos cuatro días en el
hospital. No estaba segurade si tendría fuerza para viajar, pero ahora tenía
claro que debía intentarlo.
La
habitación 114 está (muy) tranquila y cómoda esta vez. Mi compañero se puede
mover bien, así que todos los días nos compra agua y los periódicos. Paso el
tiempo con mi ex compañera Mara, que vino a hacerse el reimplante de células
madre pero todavía no ha empezado el tratamiento. Teníamos tiempo para
conocernos mejor, así que seguimos intercambiando mensajes. Nada vino a
visitarme. Cuando preguntó al doctor Voja en el pasillo dónde estaba el
Instituto de Hematología, él sabía que iba a visitarme a mí porque nos parecemos
mucho. Al día siguiente me visitaron Cica y Vladana, y gracias a esas visitas
el tiempo pasó muy rápido y en seguida llegó la hora de regresar a casa.
Hablamos sobre Maja y sobre cuánto me ayuda. Lo mejor sería que la gente más
cercana no tuviera que cuidar de los enfermos; me gustaría que Maja no
estuviera en esta situación. Aún así, evito elogiarla. Recordé que ella se
quejaba y sentía vergüenza cuando Mile señalaba sus éxitos. Nos decía que
teníamos que interrumpirlo, pero yo no podía hacer eso, porque entonces habría
parecido que yo no compartía la misma opinión.
Cuando
pregunté a los doctores jóvenes de guardia, de broma, cuándo iban a tener las
vacaciones de verano para que me liberaran del tratamiento, se sorprendieron.
Una doctora comentó que mi enfermedad era seria, que apenas había empezado con
el tratamiento, y que los estudiantes no tenían vacaciones. La doctora Jelena
programó el tratamiento para el 16 de junio, y no para el 8 como debería,
porque estaba de viaje, así que dijo en broma que yo también podía irme de
vacaciones. Mi decisión de ir a Barcelona se la dije a Maja indirectamente. Se
sorprendió porque yo me negaba hasta entonces a pensar en esa posibilidad.
Salí
del hospital el 12 de mayo. Este era el plan: si los resultados del análisis de
sangre estaban bien, recibiría la cuarta dosis de Velcade en el hospital de día;
y si después de eso me sentía bien, podría ir de viaje.
Por
supuesto, Maja y yo hablamos detalladamente sobre el viaje y concluimos que lo
mejor era que ella se fuera antes que yo, el 22 de mayo, para hacer todos los
trámites para pedir cita en el hospital, que regresara el 3 de junio y que al
día siguiente nos fuéramos a Barcelona.
A
mí me quedaba solo terminar el tratamiento. Terminé el primer bloque de
tratamiento a duras penas, pero el segundo, mientras Nada estaba conmigo, fue
muy difícil. Las enfermeras del Centro de Salud tenían muchos problemas para
encontrar la vena adecuada. Un sábado, la enfermera me pinchó por lo menos diez
veces. Nada se fue a otra habitación porque no podía mirar. Soporté
estoicamente todo. En el hospital, mirando a otros pacientes, aprendí que había
que dejarse ir y relajarse. Era la única manera de lograrlo.
En
general, todo va según el plan y yo me preparo para el viaje a Barcelona.
Aproveché para arreglar los armarios y otras cosas para España mientras Nada
estaba conmigo. Ella se llevó algunas cosas y otras las tiramos. Trabajamos
cada día un poco porque no puedo estar de pie mucho tiempo, y ella tampoco
porque le duele la espalda.
Maja
me avisa de que la revisión está programada para el 13 de junio en el Hospital
de Sant Pau. El paciente no puede elegir el hospital, sino
que se determina según el lugar de residencia y la enfermedad.
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