Desde
la primera consulta en el hospital hasta el primer tratamiento pasaron diez
días. Me parece que el sistema es bastante eficaz. La primera quimioterapia
está programada para el 23 de junio a las cuatro de la tarde. Ese día, por la
mañana, tomé en casa la dexametasona. A las cuatro recibí la ciclofosfamida.
Eso duró una hora y diez minutos. Recibí una inyección de Velcade en el abdomen,
encima del ombligo.
Me
sentía bien. Cuando llegué a casa, la vejiga empezó a picarme y no pude orinar.
Dado que he sufridode sensibilidad en la membrana mucosa de la vejiga durante
varios años y sé bastante sobre dolores y medicamentos, enseguida tomé un vaso
de agua con bicarbonato de sodio disuelto. Seguí tomando mucha agua y calenté
la vejiga con una botella de plástico con agua tibia. Tenía miedo de que se me
rompiera un capilar y empezara a sangrar y eso,junto con los dolores, me puso
muy nerviosa. Sin embargo, no pasó nada. Los dolores duraron cinco o seis horas
y luego intenté dormir porque ya eran las cuatro de la mañana. Al día siguiente
estaba bastante agotada y además tenía
un poco de náuseas. No tenía apetito y no sentía el sabor de la comida. Durante
dos o tres días después de la quimioterapia, evito comer alimentos frescos y
ácidos porque me provocan náuseas. En Belgrado comía un par de bocados de pan
ácimo y tocino casero y aquí he encontrado una especie de bollo de leche que
como con mantequilla. El pan es ácido y es muy difícil para mí encontrar uno
que me guste. El pan tiene un lugar especial en la dieta de los que venimos de
Bosnia y Serbia. Durante un trabajo voluntario en Montenegro, cerca de Kolašin,
en verano de 1967, mi brigada perdía su turno de comida si el pan no había
llegado a tiempo. Los brigadistas de Eslovenia tomaban esos turnos porque el
pan no era tan importante para ellos.
El
pelo se me había empezado a caer ya desde el principio de la quimioterapia.
Cada vez que salgo del hospital, llamo a mi peluquera Ljubica para que venga a
cortarme el pelo y así tener menos pelos desparramados. Ahora tengo el pelo
bastante corto, solo unos dos o tres centímetros. Hay mucha humedad en el aire,
sudo, mi pelo está pegajoso y es horrible. Llevo muchos años con el pelo corto
y nunca me he obsesionado con mi peinado o con si me
voy a peinar de una u otra forma. Pero mi
pelo me deprime ahora aún más. Pienso en comprarme una peluca o un turbante.
Recorro las tiendas pero no encuentro nada que me guste. Al final, renuncio a
todo. Me parece que muchas mujeres en Barcelona tienen el pelo corto este
verano, así que por qué no tenerlo yo también.
Empecé
este ciclo el 23 de junio y lo terminé el 4 de julio. Ahora me tocan nueve días
de descanso. Maja y yo habíamos planeado pasarlos en Belgrado para recoger
algunas cosas más, porque ya tenemos claro que debía continuar el tratamiento
en Barcelona. Avisamos a la doctora Ana y ella pidió revisar el hemograma para
comprobar mi inmunidad antes de darme el consentimiento para viajar.
Por
eso me fui a extraer sangre el 1 de julio, y ya sobre la una la doctora me dio
el permiso para viajar. Ese día había una huelga de taxistas y me fui al
hospital en metro, lo que me cansó bastante. Descanso y pienso sobre mi vida
pasada.
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