Ya
tenía preparadas las cosas para el hospital. Comí y descansé cuanto pude en
medio de la confusión de ese día. Fui al hospital a las seis de la tarde,
primero a la administración, luego a la planta correspondiente.
Allí
nos esperaba una sorpresa. La enfermera en la recepción dijo que para ese día
estaba planeado solamente el ingreso, o sea, la toma de datos, medir la
tensión, llevar a cabo un control del catéter, algunas pruebas más y
familiarización con el procedimiento del tratamiento, y que después podía ir a
casa y regresar al día siguiente, la doctora diría a qué hora. Luego nos
llevaron a la habitación y dijeron que estaría en una habitación doble, pero
que antes del trasplante me iban a trasladar a otra habitación separada y
aislada. Entonces empezó el procedimiento del ingreso, igual que en cualquier
otro lugar: cuándo naciste, por qué naciste, de qué has padecido, el peso, la
altura…. Eso duró sobre una hora y luego vino la doctora Pilar, joven (en ese
momento para mí todos eran jóvenes) y simpática. Me dijo que era de Paraguay y
hablamos un poco sobre el tratamiento en Belgrado. Hizo otras pruebas y explicó
que para el día siguiente estaba previsto que me administraran una solución
fisiológica por vía intravenosa y el domingo y el lunes la quimioterapia.
Propuso que me fueraa casa y que volviera al día siguiente sobre las nueve y
media de la noche. Maja dejó algunas cosas en el hospital, pero devolvimos la
mayoría a casa. Salimos del hospital sobre las ocho de la tarde. Estaba
contenta porque si no tenía que recibir la terapia, era mejor que estuviera en
casa que en el hospital. Me acordé de cómo Mara y Žana se habían vuelto locas
porque habían llegado al hospital el viernes y la terapia había empezado el
lunes. Aquí la relación con el paciente es relajada y existen procedimientos
que lo permiten. Firmé que iba a casa y que iba a volver al día siguiente.
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