Empiezo
el quinto ciclo de tratamiento. Ya tengo todo programado. A las siete y media,
análisis de sangre y orina, a las diez y media, consulta con la doctora Ana
que, dependiendo de los resultados, aprobará el tratamiento y a las doce,
recibiré el tratamiento. Ahora ya sé cómo me sentiré durante y después del
tratamiento.
La
doctora Ana dice que los resultados están bien y que puedo seguir con el tratamiento.
Pregunta qué medicamentos con receta necesito. Comenta el problema que tengo con
la cistitis. Dice que ha investigado un poco en el hospital y propone que tome
un medicamento regular para la eliminación de la mucosidad que se usa cuando
alguien tiene tos, pero con una dosis alta, de tres pastillas. La dosis normal
es media pastilla o una, cuatro horas después de empezar con el tratamiento, y después
repito a las seis horas. Le pregunto si me puedo bañar en el mar durante la
pausa de los tratamientos. Dice que sí, un chapuzón de dos minutos, lo que
quiere decir que me puedo mojar dos minutos y pasear un poco por la orilla
cuando no hace sol. Me preocupa por qué dice eso, será por la columna. Ella
dice que el mar no está lo suficientemente limpio para mi inmunidad. Me sentí
aliviada porque no era algo malo. Al final de la consulta me concretó el
próximo ciclo de tratamiento para el 6 de agosto y determinó el programa. Así
que el sexto ciclo termina el 16 de agosto, y después de eso sabremos qué hacer
a continuación: trasplante de células madre, si los resultados son buenos, o la
continuación del tratamiento.
En
el quinto ciclo, el miércoles a las doce, recibo la ciclofosfamida y Velcade, y
tomo dexametasona de 0,40 mg en casa durante dos días. Así que recibiré la
segunda y cuarta dosis de Velcade los sábados a las nueve. Como hace calor, me
parece muy bien, porque de ese modo evitaré el mediodía. Cuatro horas después
del tratamiento tomé el medicamento para la tos, como me había dicho la doctora
Ana, para la cistitis. El medicamento me causó una sudoración excesiva. Durante
el día era soportable, pero era muy duro durante la noche. Tuve muchas náuseas
y daba vueltas intentando dormir. Al día siguiente me sentí mejor, pero sin
fuerza ni voluntad, y solo dormía. En un momento, recogí toda mi ropa sudada y
puse la lavadora. Eso me dio la sensación de haberme despedido de las
pesadillas que había tenido la noche anterior. A la noche siguiente dormí mejor
y cuando me desperté el viernes todo era mejor.
UN DÍA PERFECTO: Una paz absoluta dentro y alrededor de mí. Había tenido
esa sensación a veces en el mar o en la naturaleza. Ahora, sin embargo, es
diferente. Puede ser que esta paz esté relacionada con la disminución de los
dolores, que han sido constantes, y con una relajación general. Me sentí igual
hace unas semanas en Belgrado, pero no profundicé mucho en mis sentimientos al
respecto. ¿Qué es lo provoca la sensación de un día perfecto? La combinación de
paz mental y física. Hoy no tomo medicamentos fuertes. He dormido bien, no me duele
nada y me he dedicado al tratamiento sin ansiedad por lo que me esperaba y sin
pensar en por qué me pasa esto justo a mí. Simplemente disfruté del aire,
observando el verdor, en la terraza. Mi cabeza estaba tranquila y sin
pensamientos, y yo feliz por sentir mi cuerpo y mi sangre. Pensé que así se
sentían los niños cuando no sufrían malestar físico y se alegraban por la vida.
Por
la tarde me dolieron los hombros y los brazos y empecé a sudar. Me habían dicho
antes que la quimioterapia con ciclofosfamida provoca dolores, como si estuvieras
resfriado. Sudo y no puedo dormir.
El
sábado a las nueve estoy en el hospital para recibir Velcade. Regreso en metro
y paso por el mercado con la intención de comprar carne picada para hacer pita[1]
porque he traído la masa de hojaldre de Belgrado. Hice el plan el día anterior
y me pareció un plan abordable. Sin embargo, después de la quimioterapia nada
es fácil. Para que el hombre acepte su enfermedad, debe renunciar a sus planes,
porque no puedes estimar cómo te vas a sentir. Aún así, acepto la invitación
para comer con mi amiga Ana, porque se ha jubilado y empieza una nueva vida.
Así, el 15 de julio, tres de nosotras, Ana, Christin y yo, pasamos más de dos
horas hablando sobre política global y los cambios en nuestras vidas.
El
quinto ciclo del tratamiento es igual que el cuarto. Ya estoy preparada para lo
que viene, reconozco los síntomas y efectos secundarios del tratamiento. Pero
con cada tratamiento los efectos secundarios son más fuertes. Recordé la
entrevista de una periodista a Predrag Vitas, que fue el director de RTS durante
muchos años. Era viejo entonces, tenía más de ochenta años. Al final de la
entrevista, la periodista le pregunta si estaba haciendo algo nuevo y qué
planes tenía. Y él responde que primero se levanta, comprueba cómo se siente y
qué le duele y entonces, de acuerdo con eso, hace planes para ese día. Es bueno
mantener esas costumbres.
Ahora,
mientras estoy en Barcelona y empiezan las vacaciones, no tengo ningún trabajo
intelectual y no puedo hacer muchos trabajos físicos. Casi todo el tiempo estoy
acostada, descanso, pienso en circunstancias difíciles y alegres de mi vida.
Muy a menudo hojeo y leo Signos al borde
del camino, de Andrić. Encuentro pensamientos y frases con las que me
identifico completamente. Me veo a mí misma en su descripción de la sensación
que provoca la pesadilla de una noche sin dormir y la confortación con la luz
de día.
Me
fui a mi médico de cabecera elegido en el Centro de Salud, la doctora Espiga,
para darle los datos para mi expediente. Ella me había dado un volante para el
hospital dos veces antes, aunque ni siquiera me había visto. Le estoy muy
agradecida por esto. Le pregunté cómo podía controlar la presión, que sube
cuando tomo dexametasona. Me dio un remedio suave para eliminar los líquidos
que sirve para reducir la hipertensión.
Me
doy cuenta de que me puedo sentar más fácilmente y de que en general tengo más
fuerza. Noto oscilaciones en mi estado mental y físico. Cuando digo que los
huesos me duelen menos, es porque comparo el dolor actual con los dolores
atroces de diciembre y enero, pero los cambios de tiempo o el cansancio me
muestran muy pronto que estoy lejos de alcanzar el estado deseado. Un cambio
importante en la comodidad de mi vida es la nueva silla que tengo y el lugar
donde sentarme. Francamente, he echado mucho de menos sentarme en una silla y
trabajar en el ordenador. Casi todo el tiempo estaba sentada en la cama y en el
sofá con almohadas debajo de los hombros y la cabeza. Me siento más fuerte y
necesito sentarme en una silla, y especialmente quiero estar fuera, en la
terraza, claro, cuando no hace sol. Probé diferentes sillones y encontré uno
adecuado. Mi vida diaria dispone de una calidad nueva: ahora tengo varios
lugares donde puedo descansar. La vida me parece más interesante.
Estoy
en la pausa, tengo ocho días de descanso entre tratamientos, así que me dedico
a arreglar varios informes e imágenes médicas desde que fui por primera vez al
hospital hasta hoy. Antes no lo podía hacer, lo hacía Maja. Ahora sé que en
Belgrado perdí cuatro meses de tratamiento porque tuve que esperar a que la Seguridad
Socialallí aprobara Velcade, y por alergias a los medicamentos. También
relaciono los dolores de espalda con lo que pone en los informes médicos.
No
sé cómo está mi columna vertebral objetivamente, pero me puedo sentar y caminar
más fácilmente. Cuando pregunto a la doctora Ana sobre eso, solo me hace una seña
con la mano y dice: «Más tarde hablaremos de eso, cuando curemos la enfermedad
principal». He dejado de llevar el corsé ortopédico. Llevo algo parecido a un
cinturón ancho alrededor de la cintura. Mi cuerpo ha cambiado completamente por
la dexametasona y el corsé ortopédico viejo me aprieta. He empezado a hacer
unos ejercicios ligeros para los músculos. Los bastones de marcha nórdica me
ayudan mucho a caminar porque camino erguida y muevo los hombros. Todo esto lo hago
por mi cuenta y por haberlo leído en guías croatas y españolas sobre la
enfermedad. Cuanto más aprendes de estas guías, más te confundes a la vez,
porque están escritas de manera que sirva para todos, y no para ti
específicamente. De momento no tengo nada mejor.
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