19.6.17.

III VIAJE A BELGRADO, DICIEMBRE DE 2014




El 24 de diciembre, el día de la Nochebuena católica, Maja y yo volamos a Belgrado con Alitalia vía Roma. En el aeropuerto de Barcelona no hay mucha gente, se siente la atmósfera festiva. En Roma es totalmente festivo, hay muchos pasajeros, pero el personal del aeropuerto está relajado y ya empieza la celebración. El servicio de atención y asistencia a los pasajeros es lento y desarticulado. Ir desde la salida del avión en Roma hasta la puerta de embarque para Belgrado me llevó una hora entera. Al final, como se entraba al avión por las escaleras, trajeron una plataforma y me elevaron hasta la puerta del avión, por lo que les estuvemuy agradecida, aunque probablemente podría haber subido por las escaleras. En el avión hay un ambiente alegre debido a los italianos que viajan de vacaciones a Belgrado.
En Belgrado hace buen tiempo tanto fuera como en el piso. Yo me siento mucho mejor. Tengo muchas cosas que hacer durante los días laborales hasta la Nochevieja.
Maja regresa a Barcelona al cabo de tres días para pasar la Nochevieja con sus amigos. Encuentro que es bueno para ella que se distancie un poco de las tareas diarias que tiene conmigo. Acordamos que yo llamaríaa mi hermana Nada para que estuvieraconmigo. No lo he hecho porque Nada también tiene que atender a sus nietos. Me quedo sola. Es una oportunidad estupenda para comprobar mis capacidades en la organización de la vida cotidiana. Pasé la Nochevieja con amigos en la casa de Olivera y la Navidad con mis primas Dragana y Višnja.
Me puse en contacto por correo electrónico con la doctora Jelena del Instituto de Hematología y le pregunté si hacía falta que fuera a la consulta. Me respondió pronto y propuso que quedáramos el 30 de diciembre. Revisó la documentación hospitalaria de Barcelona y concluyó que todos los resultados estaban muy bien. Considera que estaría bien que repitiera la resonancia magnética para ver por qué siento dolor de espaldatodavía.
Por suerte, las tiendas están abiertas durante las fiestas de Año Nuevo y Navidad y puedo comprar los alimentos frescos que me prescribe la dieta. Aquí estoy, viviendo de nuevo entre dos viajes y dos ciudades, Belgrado y Barcelona. Ya he mencionado todo mi amor por los viajes, pero los de ahora se me hacen difíciles y me agotan. Si aceptara vivir en Barcelona sería más fácil para el tratamiento. Es una ciudad bonita y la gente es abierta hacia los extranjeros, pero mi casa está en Belgrado. Desde que vine a estudiar hace cincuenta años hasta ahora, mi amor por Belgrado no se ha debilitado.

*
Viajé a la escuela secundara de Sana. Generalmente, los alumnos iban a Prijedor en el tren «Ćira». Recorrer una distancia de treinta kilómetros nos llevaba hora y media, y así dos veces al día. Seguí con los viajes mientras estudiaba en la universidad. Iba a casa por lo menos cuatro veces al año. Viajaba toda la noche: primero en tren a Doboj, luego hacía transbordo para llegar a Prijedor y por último cogía el «Ćira» a Sana. En aquella época el autobús no era un medio de transporte frecuente.
Los numerosos viajes de negocios con Metalservis me mostraron que en todo tiene que haber mesura. Durante casi diez años, dos o tres de los cinco días laborales estuve de viaje por la antigua Yugoslavia o en el extranjero. Era agotador, porque tanto de viaje como en la oficina siempre estaba trabajando. A menudo no sabía en qué ciudad estaba. Casi enfermé, pero el embarazo me salvó. Dejé de viajar y di a luz a Maja.
Luego viajé menos. Como secretaria de la Asociación de Comercio de la Cámara de Comercio de Belgrado tuve tiempo para hacer el doctorado y dedicarme a Maja, que entonces empezaba el colegio. Fue la época de los noventa, llena de agitaciones sociales, se sentía que la tormenta se acercaba, pero de todos modos no esperaba la sangrienta disolución del país. Fue entonces cuando mi madre murió y mi dolor personal ensombreció el resto de los acontecimientos.
Los viajes comenzaron de nuevo cuando empecé trabajar en el Ministerio Federal de Comercio. Eran viajes menos operativos y no tan frecuentes, tanto por el país, como al extranjero. Después vinieron los viajes entre Belgrado y Sevilla. Eran unos viajes terribles. Debido a las sanciones, los aviones no volaban a Belgrado, sino a Hungría y Rumanía.
Después de 1997 me quedaba más en Belgrado y viajaba por Serbia. En los veranos iba a visitar a Maja a Barcelona. Mile se jubiló cuando terminó el bombardeo, que le resultó muy duro y que nunca olvidó. Quiso alejarse de Belgrado y estar más en la naturaleza, por eso pasaba la mayor parte de la semana laboral en la casa de campo de Dokmir. En los últimos años viajo a menudo a Banja Luka por trabajo. A través de esos viajes mantengo la relación con mi tierra natal. Mile solía decir que no solo el tiempo hacía la vida, sino también el espacio. Por supuesto, los viajes hacen la vida más rica y más bella.


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