29.5.17.

EL HOSPITAL POR SEGUNDA VEZ, MARZO DE 2014




Mientras yo sufría con la alergia, la doctora Jelena nos avisó de que la Seguridad Social, a solicitud del consejo de médicos del Instituto de Hematología, había aprobado el uso del medicamento de nueva generación para el tratamiento Velcade, así que me confirmaron el ingreso en el hospital para el 21 de marzo. Se repite la misma situación que en enero. Para ingresar al Centro Clínico hay que llegar temprano, pero el ingreso en la habitación depende de las camas libres en el Instituto de Hematología. Cica, Maja y yo seguimos el mismo procedimiento y sobre el mediodía estoy en una cama de la habitación 114.
Hablé con la doctora sobre mi alergia mientras esperábamos e que se liberara la cama. Le enseñé las manchas en la piel que se podían ver todavía. Su reacción fue bastante desagradable.Me dijo que en los últimos diez años nadie había tenido alergia a la talidomida y que empezaría a tomarlo de nuevo, esta vez bajo su control en el hospital. Me quedé boquiabierta. Parecía como si me estuviera inventando algo algo. Pero, al mismo tiempo, pensé que ella debía saber de lo que estaba hablando. Acepté la actitud del doctor, como un niño pequeño acepta la actitud de sus padres incluso cuando no tienen razón.

*
Cada recuerdo de mi infancia siempre me lleva a mis juegos y el tiempo que pasé con los niños en Travnik. Con el paso de los años, como si una luz suave me alumbrase. Muchas veces planeé ir y visitar todos esos lugares de mi infancia. Cuando me invitaron en 2009 a dar una conferencia en la Facultad en Travnik pensé que era una buena oportunidad para recordar mi infancia.
La primera sorpresa fue que la facultad estaba ubicada en el edificio en el que yo empecé a ira la escuela primaria. Había cambiado el orden de las aulas, pero yo, basándome en una intuición poco clara, reconozco el aula donde me senté por primera vez en un pupitre y empecé a estudiar, lo que duraría tantos años. Paseo por el espacio, siento los antiguos olores y me veo entre niños, y a Mirko, mi hermano mayor, en la clase de enfrente, siempre con una panda de amigos o metido en peleas.
Recorro la ciudad. Todo seguía igual. Los edificios de las mezquitas viejas, la verja característica, el agua y el olor a humedad y a los siglos. Subiendo hacia la fortaleza, reconozco las imágenes de mi infancia. El rugido de agua azul que se balancea al lado de las tabernas pequeñas y las terrazas de verano desde la fortaleza hasta el centro. Cuando levanto la mirada hacia la empinada muralla rocosa, veo de nuevo las cabras intentando levantar algunas hojas, prácticamente colgadas sobre el precipicio.
Subo despacio por la calle empinada por la que tantas veces bajé en trineo. Veo a los niños en la calle congelada y oigo el alboroto. Llego hasta el puente sobre el foso, sobre la zanja alrededor de la fortaleza y subo hasta la mitad del puente. Miro el edificio bien conservado, el jardín y la entrada del piso en el que vivió mi familia. Veo la imagen de mi madre que cuida a los cuatro niños. Estaba particularmente ocupada con los dos más jóvenes, así que no nos prohibía a nosotros los mayores jugar en la calle. Mirko tenía asignada la tarea de cuidarme porque era el hermano mayor, lo que para él representaba un castigo. Yo era pequeña y desgarbada (andrajo, como dice él), y él inquieto y ágil. Igual que la nuestra, las otras familias del barrio tenían muchos hijos, así que teníamos con quien pasar el tiempo.
Cruzo el puente y entro en la ciudad vieja. Compro unos folletos y leo que han reconstruido las murallas y algunos espacios interiores también. Recorro el espacio lentamente. Me detengo en el lado que da al agua azul e intento inclinarme y mirar hacia abajo, a la fuente. Se ve poco porque la muralla es bastante alta y no da tanto miedo como cuando era niña.El muro ha sido derribado. Sigo adelante y veo que las entradas a los túneles que van al interior de la fortaleza están cerrados y marcados. Nosotros pasábamos por los túneles con velas cuando éramos niños y temblábamos de miedo hasta que no veíamos la luz del día. Al otro lado de la fortaleza se ha construido un pequeño anfiteatro para eventos diferentes. Termino el recorrido y bajo por el puente hasta la calle otra vez. Me paro al final de la calle. Veo la casa de Ahmet y Halida. Nos veo de nuevo a todos nosotros en ese espacio entre casas.
Después de dormir, los recuerdos de la infancia ylas impresiones se calmaron. Vuelvo a la realidad y me dispongo a conocer el Travnik de hoy. El centro de la ciudad está situado entre la colina y las mezquitas. La mezquita de colores del siglo XVI domina el panorama. Una calle se abre paso a través de la colina, entre los edificios y la entrada a la mezquita. Se oye el agua por todos lados, hay una humedad que crea una sensación rara de frío. No hay los típicos grupos de turistas que visitan los monumentos históricos en otras ciudades. Algún transeúnte pasa deprisa por la mañana, agarrando el cuello de su abrigo contra el frío. A mediodía, cuando el sol aparece detrás de la colina, los que están en la calle se quitan el exceso de ropa porque hace un calorinfernal. Todavía se puede ver alguna ruina. El edificio grande de la colina, por encima del centro, está un poco dañado y se levanta solitario. Pregunto a un transeúnte qué hay en ese edificio y por qué no ha sidorestaurado. Me responde que es un hospital y que no ha sido renovado porque de esa manera los musulmanes muestran a los serbios que no son bienvenidos. Siempre ha habido pocos serbios en Travnik, después de los años noventa quedaron muy pocos. Ahora los habitantes son casi todos musulmanes porque los croatas, después de violentas batallas, migraron a otros lugares. Así la ciudad perdió su espíritu multiétnico y volvió a tener un ambiente religioso cerrado. Vitez y Novi Travnik son enclaves croatas (así son llamados popularmente) en Bosnia, ubicados en la anchura de la llanura hacia el rio Bosnia. Son áreas donde están ubicados nuevos centros industriales y comerciales, de estilo más moderno. También hay restaurantes y nuevas casas privadas. Allí siempre hay ajetreo y prisa, ya sea porque la gente corre al trabajo o desde el trabajo, van de compras o porque salen de marcha. El camino a Travnik va por esos lugares y al llegar a Dolac entramos en un desfiladero y llegamos al centro.Es una ciudad maravillosa en cuanto a lo histórico y turístico, pero entiendo que vivir allí no es cómodo. Sin embargo, creo que muchos, al igual que yo, recordarán imágenes de una infancia feliz en esa ciudad.

En el hospital me dan el tratamiento que consiste, aparte de en talidomida, en inyecciones de Velcade que se administran aproximadamente cuatro veces cada cuatro días, y con cada inyección durante dos días,tomodexametasona. El martes por la noche empiezo a tomar la talidomida que una vez dejé de tomar porque era alérgica. El miércoles, durante la visita, la doctora me dice que al día siguiente me voy a casa. Estoy sorprendida porque debería quedarme diez días. Me dice que me darían Velcade cada lunes en el hospital de día, y no cada cuatro días como me dijeron al principio. Me da hora para la nueva revisión en su consultorio en el Centro Clínico para el 16 de abril.
La habitación 114 sigue igual que antes, solo que ahora mi cama está al otro lado, así que ahora veo directamente la televisión y por suerte, de nuevo estoy al lado de la ventana. En la habitación solo hay compañeras. Las dos compañeras en las camas al lado de la puertaestán aquí por primera vez y esperan su diagnóstico. Una es muy delgada y la otra se ve muy hinchada, parece pesar más de cien kilos. Mientras yo estaba en el hospital, la compañera delgada supo que tenía mieloma múltiple en la mucosa de estómago. Dice que durante más de dos meses no ha podido comer absolutamente nada. En cuanto empezó a tomar los medicamentos se sintió mejor. Ahora siente el sabor de la comida y se va a su casa al día siguiente. En su lugar vino una compañera cuya enfermedad reapareció muy pronto después de la primera curación. Se nota por la relación con las enfermeras y los doctores que se conocen desde hace mucho tiempo. La otra compañera, la hinchada, seguía esperando su diagnóstico inclusocuando me fui del hospital. Antes de eso pasó dos meses en la Primera Clínica de Cirugía y como no estaban seguros de lo que tenía la mandaron a Hematología. La hinchazón sí que se redujo, pero apenas podía mover las piernas. Se dice que lo más importante es determinar el diagnóstico, pero ahora,conociendo su caso, lo tengo confirmado.
Mis ex compañeras Žana y Dana están también en el hospital, pero en otras habitaciones. Vinieron para hacerse el trasplante de células madre. Antes del trasplante, se administra quimioterapia y luego el proceso sigue en aislamiento. Las dos vinieron a la habitación 114 para verme antes de estar aisladas. Dana se queja de que su habitación está sucia y con el baño compartido. Žana está satisfecha porque tiene una habitación individual.
Las compañeras de las camas al lado de la puerta tienen la misma enfermedad que yo. Mara vino para la extracción de células madre. Nada recibe el mismo tratamiento que yo, solo que ha avanzado más con los ciclos. El ambiente en la habitación es bueno, nadie es muy exigente, solo quieren que todo esto termine cuanto antes e irse a casa. Sin embargo, primero Mara, y luego nosotras también, empezamos a sentirnos mal y muy pronto tenemos fiebre. Además tengo unatremenda sensación de frío en los tobillos. Durante la noche el médico de guardia interviene para bajar la fiebre a una compañera. De alguna forma, estoy feliz de irme pronto a casa porque me parece que todos nos podemos contagiar aquí. Me doy cuenta de que, comparado con la vez pasada, ahora se limpia menos,especialmente los baños.
Me quedé seis días en el hospital, hasta el 28 de marzo. Para salir todo fue igual que la vez pasada: esperar el informe de alta médica y recibir el tratamiento para ese día. En el informe de alta pone que siga tomando todos los medicamentos, no importa que haya tenido alergia. Ahora ya empiezo a sospechar que saben lo que están haciendo.
En casa, después de un día, estoy mal. Tengo una mancha roja que se extiende de la coronilla hasta la frente y el resto de la cara, y tengo la boca hinchada. Esa noche se me puso todo el cuerpo rojo. Tengo fiebre. Es domingo. Maja me saca fotos y se las envía a la doctora Jelena. Ella responde muy pronto que deje de tomar todos los medicamentos, que llamemos a una ambulancia y que mañana vaya al hospital. Así lo hicimos.
El lunes, en vez de ir a que me dieran Velcade en el hospital de día, voy ala consulta de la doctora. Ella me mira y dice que me va a dar un medicamento contra la alergia por vía intravenosa y que después me sentiré mejor. Pregunto por qué seguí tomando los mismos medicamentos si una vez ya me causaron alergia. Responde que no hay otros medicamentos. Al final añade que la llame si la fiebre sube más de 38ºC. No me puede dar un antibiótico porque el organismo lo rechazaría. Me da instrucciones para que, cuando me sienta mejor, siga con el tratamiento con Velcade en el hospital de día y que deje de tomar todos los otros medicamentos. Me voy a casa y, en efecto, muy pronto me siento mejor. La fiebre no sobrepasó los 38ºC.
Me llama mi amigo Miroslav y yo le digo que tengo alergia. Él comenta enfadado que por qué no me traté en Barcelona. En realidad era la pregunta oportuna para ese momento. Ya sabía porel doctor Darko que nosotros no tenemos la línea completa de medicamentos para esta enfermedad. Eso quiere decir que, si por alguna razón, se elimina un medicamento, hay que tener otro como sustitutivo. De alguna manera, la doctora Jelena me confirmó eso cuando dijo que no había otros medicamentos, solo los que estaba tomando, aunque me dieran alergia. Poco a poco empiezo a entender que existen verdaderos problemas y falta de medicamentos para mi tratamiento en Belgrado. Comienzo a entender que debo curarme en Barcelona.

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