31.5.17.

II TRATAMIENTO EN BARCELONA, JUNIO DE 2014



Viajo a Barcelona el 4 de junio. Recibí la cuarta dosis de Velcade el 2 de junio y con ella terminé el segundo ciclo con este medicamento, y el tercero en total. Le temo al viaje a causa de los dolores que tengo, especialmente cuando estoy sentada. Compramos el billete de avión con escala en Zúrich. Hay solo 45 minutos entre ambos vuelos, y si el primero avión se retrasa un poco tendríamos que esperar el vuelo siguiente. También hay que cruzar una distancia larga hasta la puerta de embarque, así que tenía miedo de no lograr hacer el trasbordo por caminar lento. Maja pidió y consiguió ayuda de Lufthansa en el aeropuerto de Zúrich. Después de todas las complicaciones del viaje, llegué al piso y me acosté. Lo había aguantado y estaba feliz de que todo había terminado.
Tengo una semana antes de ir al Hospital de Sant Pau. Es el centro para el diagnóstico rápido al que pertenezco según el lugar de residencia. Este hospital se funda en el año 1401,al unirse varios hospitales pequeños de Barcelona. El edificio nuevo, construido en estilo modernista catalán, se abrió en 1930. Hoy es patrimonio protegido de la UNESCO por su extraordinaria belleza artística. Desde el año 2009 el hospital tiene un nuevo edificio completamente adaptado al sistema sanitario moderno, y el edificio antiguo es una atracción turística y cultural.
Me siento agotada, me duelen los senos paranasales, he cogido alguna infección en los aeropuertos, pero dentro de una semana, para cuando tengo prevista la revisión, me habré recuperado. Pensando de manera racional, yo sé que es bueno que haya venido aquí a curarme, pero mi vida está en Belgrado y ahora me siento como en el exilio. Pienso en cuando pasaba lo contrario, cuando vivía principalmente en España.

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La organización de la participación de Yugoslavia en la Exposición Universal de Sevilla 1992 fue un trabajo grande e importante que yo gestioné en el año 1991, cuando trabajaba en el Ministerio de Comercio de la SFRJ. Ya a finales de 1990 empecé a ir a Sevilla para firmar los contratos con el Comisario de la Expo'92 sobre la construcción del pabellón y la organización de la exposición. Debido a determinadas circunstancias seguí haciendo ese trabajo después también, porque la Cámara de Comercio de Yugoslavia no asumió sus responsabilidades según lo acordado. El gobierno federal me nombra directora del Pabellón de Yugoslavia en la Expo'92. En vez de continuar con las visitas ocasionales, empiezo a trabajar en Sevilla el 30 de marzo de 1992 como directora del pabellón. Se abre el 20 de abril y se cierra el 12 de octubre. El director tiene obligaciones durante y después de las exposiciones, hasta que el pabellón se derriba y el terreno en el que se ha construido se restaura al estado original. Mile y yo nos pusimos de acuerdo para que Maja terminara antes el sexto curso del colegio y que el 10 de abril viniera a Sevilla. Así nosotras dos estuvimos juntas. Él siguió trabajando en el Gobierno de Serbia, trabajo que no tenía intención de dejar.
El plan básico de actividades en la exposición y en el pabellón fue aprobado por el Consejo del Programa y el Consejo de las Artes de la exposición. Había que hacer un trabajo enorme en poco tiempo. Las obras para la construcción del pabellón estaban casi terminadas y el contenido artístico ya estaba preparado. El Presidente del Consejo del Programa de la exposición es el profesor Dr. Sveta Stojanović; y del Consejo de las Artes, el teatrólogo Jovan Ćirilov. En Sevilla me ayudaron Josefina, Filip y Srđa; y en Belgrado, Ana Brujić. Mi ayudante Ana, junto con mucha más gente, preparó los recuerdos y la comida para la venta en el pabellón y en el restaurante nacional. A principios de abril llegaron quince personas de Belgrado que se iban a ocupar de diferentes actividades cuando se abriera el pabellón. Debido a la índole del trabajo, la mayoría eran jóvenes que hablaban inglés. Éramos un buen equipo que sobrellevó sin mayor problema el estar lejos del hogar, las noticias de la guerra en nuestro país y el trabajo, que duraba todo el día.
Cuando comenzó la guerra y la disolución del país yo estaba en Sevilla. Después de cumplir con las obligaciones que tenía como directora, a finales del año 1993, conseguí un trabajo en una empresa española de comercio exterior. Después solicité y recibí el permiso de residencia en España para Maja y para mí. Un año después fundé mi propia empresa. Maja siguió con su educación en el colegio y luego en un instituto en Sevilla. Mile tenía los documentos españoles y venía de vez en cuando a visitarnos, pero obtuvo el derecho a la pensión en Serbia. Durante la exposición hablábamos inglés y un poco de español. Maja hizo primero cursos de español y luego siguió estudiando en el sistema educativo español. Después yo también aprendí español para poder comunicarme con la gente.
Sevilla es la capital de Andalucía, la comunidad autónoma más grande y meridional de España. La ciudad y el puerto están a ochenta kilómetros del océano Atlántico porque el río Guadalquivir es navegable hasta Sevilla. Muchos turistas visitan el casco antiguo y otros monumentos históricos y los parques, las plazas de toros, las procesiones religiosas y otros eventos. Los veranos son muy calurosos. En invierno la temperatura varía: durante la noche hace mucho frío y durante el día, mucho calor. Para nosotros, que venimos de los Balcanes, es difícil acostumbrarse a este tiempo. Las tradiciones familiares y la hospitalidad de los sevillanos ayudan a que todos los problemas se sobrelleven más fácilmente.
Maja se adaptó bien a la escuela e hizo muchos amigos. Mantuvo los hábitos de trabajo de Belgrado y era buena alumna. En esa época la Unión Europea tenía un programa de intercambio de diez días de estudiantes de diferentes países para que se conocieran mejor. Así,ella fue la invitada de familias de Italia, Inglaterra y Francia y de esos países vinieron estudiantes que nosotras acogimos. Yo también aprendí mucho sobre la forma de la vida y las costumbres de esos países gracias a esos intercambios.
El primer examen médico está programado para el 13 de junio en la consulta módulo siete del hospital de día del Hospital de Sant Pau. Todo el hospital es de mármol y está muy limpio. Los pasillos no estaban abarrotados, probablemente porque todos iban con cita previa. Nos recibió una doctora joven y simpática, Ana. Me habla directamente, pregunta cómo estoy y mira los informes de alta médica del hospital de Belgrado. Dice que primero van a verificar el diagnostico establecido con unos análisis de sangre y orina, y que después van a proponer un tratamiento. Concierta la cita para la extracción de sangre y la entrega de orina. Empieza el procedimiento estándar de la recolección de orina para el análisis, luego vuelven los problemas para encontrar una vena para extraer la sangre, etc.
Después de esperar los resultadoscinco días, el 20 de junio, en la consulta de la doctora Ana, nos enteramos de que el diagnóstico de Belgrado está confirmado y que el tratamiento, el cuarto ciclo de quimioterapia, está programado para el 23 de junio. El consejo de médicos ha aprobado el tratamiento y la doctora lo explica con detalle. Ella seguirá el tratamiento. Han previsto tres ciclos de quimioterapia de doce días cada uno. La pausa entre ciclos es de nueve días y en total son veintiún días. El tratamiento consiste en una dosis de ciclofosfamida, aquí conocido como Endoxan, por vía intravenosa, y cuatro inyecciones de Velcade por vía subcutánea el primer, cuarto, octavo y undécimo día. Con cada Velcade se toma dexametasona de 0,40 mg dos días en casa. Los doctores del hospital prescriben recetas y los medicamentos se recogen en la farmacia. No hace falta tener contactos con los Centros de Salud. Los servicios de urgencia también están dentro del hospital, todos los días laborables desde las ocho hasta las doce. Ahora estoy informada y sé qué pasará.
Maja recogió en la farmacia la dexametasona de 0,40 mg para ocho días de tratamiento y Kytril, un medicamento para las náuseas que tiene que ser aprobado por una inspección especial porque es muy caro. Lo tomo dos o tres días durante cada ciclo. Es suficiente para mí, para no tener algunos problemas específicos, como vómitos y diarrea. Más bien tengo problemas de estreñimiento y por eso evito los medicamentos para las náuseas. Además, cada mañana tomo un medicamento para la protección del estómago. Seguí tomando Aciclovir, el medicamento antiviral que tomé en Belgrado también.
Inmediatamente se programan los tres ciclos, los análisis de sangre y orina y las consultas con el médico. En el mostrador de recepción tienen acceso a la información todos los que estén autorizados para acceder a ella. Puede haber pequeños cambios durante el tratamiento si así lo decide el doctor a raíz de los resultados de losanálisis de sangre y orina, o si el paciente lo pide por razones privadas. Maja, acostumbrada a los complicados trámites entre el hospital y el centro de salud para obtener los medicamentos en Belgrado, pregunta, incrédula, una vez más a la doctora, si va directamente a la farmacia.
No sé qué fuerzas y conexiones me trajeron a España. Maja se interesó por la astrología durante un tiempo, así que un día leyó lo que decían las estrellas para mí. Leyó que yo había estado en mi vida pasada en los Pirineos, es decir, en la Península Ibérica o en el norte de África. Puede que esta sea la conexión que me salvó en los años más duros de la guerra y me llevó fuera de los Balcanes. Aún así, parte de mi vida se había quedado en Belgrado, aunque trabajara en España y Maja fuera allí a la escuela. Barcelona es una ciudad bonita, mediterránea, pero yo quería volver a Belgrado y hacer algo que fuera para mí un nuevo desafío intelectual.
Ya desde hace mucho tiempo he dejado la organización de la vida en Barcelona a Maja. La razón por la que abandonamos Sevilla fue la educación de Maja: como ella quería estudiar escenografía, solo lo podía hacer en Madrid o Barcelona. Además de las pruebas de acceso a la universidad en ambas ciudades, en Madrid la edad mínima de admisión era de veintiún años, y no los dieciocho años que Maja tenía. Después de aprobar la prueba de admisión, nos mudamos a Barcelona en 1997. Era mayor de edad y podía asumir algunos de mis negocios.
Ese año yo empecé a dar clase en Priština y cada vez me quedaba menos en España. Y ahora, de nuevo, mi vida está en Barcelona, me estoy curando. Escucho la lengua catalana, que entiendo un poco, pero nunca la he estudiado o hablado. No tengo problemas para comunicarme porque si hablas castellano la conversación empieza en esta lengua.

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